24 mayo 2006

Los primeros metros

Esta noche abrí los ojos y me di cuenta de que ya era hora de partir. Así pues, me levanté, cogí las gafas de sOl y salí a la calle. Estaba muy oscuro y sólo un par de personas caminaban a lo lejos. Tenía la sensación de flotar por encima de las baldosas coloradas pese al dolor que sentía de pisar las hojas secas, papeles arrugados y demás desperdicios con los pies desnudos. Sí, había olvidado calzarme; "tendré que regresar", me dije.

No quise volver sobre mis pasos porque soy supersticiosa y pensé que si lo hacía jamás tendría la oportunidad de emprender mi viaje. Tardé en llegar al piso algunos minutos más que durante la salida, o al menos eso me hizo creer la mezcla de sueño y cansancio que se había desplomado sobre mí de repente.

Antes de entrar en mi portal, con los ojos entornados, me vi de refilón en la luna del escaparate de una mercería. Menos mal que volví a por los zapatos, también había olvidado el sujetador y los pantalones.

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